Séneca, Quevedo y otros plastas por el estilo
es un ejercicio de humor que hace honor a su título. Es un ejemplo de
cómo la literatura puede ser algo muy disfrutable y no una obligación
social que te haga llevarte los libros a la playa para «ponerte al día
con tus lecturas» y así poder presumir de culto. Estamos hablando de un
tomo de parodias literarias breves y rabiosamente cómicas —en las que se
le toma el pelo a grandes libros, desde Crimen y castigo o Los sueños hasta las Cincuenta sombras de Grey—,
escritas en varios géneros —prosa, verso, teatro— con dos únicos
propósitos: que el editor recupere su inversión (hay que ser sinceros
ante todo) y que los lectores se lo pasen estupendamente bien,
cultivando esa suprema cualidad del espíritu que es el sentido del
humor.